Todos los gobernantes han sido, son y serán unos parásitos, prostituidos, abusivos, ladrones y coaccionantes

Todos los gobernantes han sido, son y serán unos parásitos, prostituidos, abusivos, ladrones y coaccionantes

Cómo surgieron los gobiernos y los Estados


La democracia es una superstición basada en la estadística.

—Jorge Luis Borges (1899–1986), escritor argentino


Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente (1887).

—John Emerich Edward Dalkberg Acton, más conocido como Lord Acton (católico) (1834–1902).


La condición sobre la cual Dios ha dado libertad al hombre es la vigilancia eterna (1790).

—John Philpot Curran (1750–1817), abogado y orador católico irlandés


La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás.

—Winston Churchill (1874–1965), primer ministro del Reino Unido, 1940–1945 y 1951–1955


20220331 (jueves).

A lo largo de la existencia de la humanidad, los grupos de poder, los gobiernos y los Estados han surgido luego de pleitos, batallas y guerras, preponderantemente guerras y revoluciones intestinas.

La mayoría de los gobernantes de todos los tiempos, y por supuesto los actuales, del tercer decenio del siglo XXI, se consideran legítimos, ya sea por alguna elección, porque han heredado el poder, porque son "los mejores" en sus países, por matones, por suerte; pero... luego viene la segunda legitimidad, no la que se "conquista" en las urnas ni en el hecho de ser herederos del poder, sino la que se obtiene en el ejercicio del poder, supuestamente en beneficio de los ciudadanos o los súbditos. 

En tiempos del hombre de las cavernas, los más fuertes se impusieron a los demás y luego les exigieron el pago de tributos por cuidar al clan, grupo, tribu, etcétera de posibles ataques externos, ya fuera de parte de animales peligrosos o de algún grupo humano distinto. Cobraban en especie (frutos, semillas, carnes), o en la moneda que se usaba en ese tiempo, sal, cacao, mantas bordadas, y hasta mujeres...

Luego de los reinados y gobiernos de la antigüedad, encabezados por individuos como Hammurabi, Ramsés II y faraones egipcios que le antecedieron y le sucedieron; Teglatfalasar III en Asiria, Ciro II el Grande, Cambises, Nabucodonosor II, Darío I el Grande, los emperadores chinos, Pericles; los gobernantes elegidos en Atenas mediante sorteos con el kleroterion; Alejandro Magno, Julio César, Octavio César Augusto, Tiberio, etcétera, arribaron los emperadores medievales, como Carlomagno, los reyes de ese tiempo; por ejemplo, Felipe IV de Francia (Felipe el Hermoso, de la Dinastía de los Capetos), Enrique II de Castilla (Enrique II de Trastámara); Enrique IV de Inglaterra (de la Casa de Lancaster), etcétera; los soberanos de la Edad Moderna, y los gobernantes elegidos mediante el voto delegado o el voto directo.

El caso es que algunos grupos acumularon poder y se impusieron, a veces salvajemente, mediante las guerras, los homicidios (monarcas, príncipes y princesas incluidos), el destierro, etcétera.

Y posteriormente "se legitimaron" al ordenar la redacción de leyes, tal como había hecho el rey visigodo Recesvinto en Hispania, quien promulgó el Liber Iudiciorum hacia el año 654.

Algunos ejemplos: Acamapichtli el primer huey tlatoani azteca o mexica, quien gobernó de 1366 a 1387, tenía poder limitado, sus descendientes y herederos acumularon inmensa fuerza política, auxiliados por los sacerdotes de Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, hasta que llegaron los españoles al mando de Hernán Cortés, en 1519, y el régimen nahua, que mantenía sojuzgados ignominiosamente a otros pueblos mesoamericanos, concluyó de una vez y para siempre con la conquista de Tenochtitlán, el 13 de agosto de 1521.

Posteriormente vinieron los virreinatos, o Colonias. Y al principio del siglo XIX empezaron a dar fruto las intrigas de las francmasonerías escocesa y yorkina, que alentaron las independencias de las colonias o virreinatos españoles en América respecto de la Metrópoli (España).

En México, luego de asonadas, golpes de Estado, golpes de mano, cambios violentos de gobernantes, en algunos casos se redactaban nuevas Constituciones –1824, 1836, 1857, 1917– para acomodar teóricamente todo según la visión de cada nuevo gobernante, dirigente, mandatario, cabecilla... Y es el caso que cada tipo que se ha sentado en la "Silla del Águila" considera "indefectiblemente" que su gobierno es legítimo, porque según eso procede del poder que el pueblo le ha conferido al expresar su opinión y emitir sus votos en las urnas.

Pero casi todos han desoído las voces y no han leído textos de críticos o historiadores como Daniel Cosío Villegas (1898–1976), ideólogos como Carlos Castillo Peraza (1947–2000), etcétera, en el sentido de que el ejercicio correcto del poder podría haber legitimado, si bien parcialmente, tanto a quienes llegaron a ser gobernantes mediante elecciones más o menos limpias o mediante imposiciones vía fraudes electorales o dedazos. Han abundado quienes gobiernan muy mal, al otorgar manga amplia para robar, para abusar del poder, y para hacer y deshacer a los integrantes de sus camarillas y a los grupos privilegiados.

El poder político en México constituye un gran estigma, porque conlleva inherentemente la tarea de mentir SIN EXCEPCIÓN, de abajar la voluntad de los ciudadanos sojuzgados, de acallar su voz, de oprimirlos mediante la coacción, los impuestos, la represión, la prisión, el exilio, y aun el asesinato. Es una condición ilógica que ha conducido a sociedades enfermas, desde que la civilización olmeca floreció, hace 4000 o 5000 años, hasta ahora (tercer decenio del siglo XXI). La represión puede ocasionar el contragolpe de la rebelión, la sedición.

Los gobernantes y los legisladores mexicanos rara vez han expresado con verdad y claridad sus intenciones y sus razones, porque siendo estas el afán de robar,  de disfrutar del poder, de enriquecerse y medrar a costa de empobrecer y dominar vilmente a los ciudadanos, resulta necesario camuflarlas. Por eso, el anarcocapitalismo de la Escuela Austriaca de Economía (Carl Menger, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Murray Rothbard, Jesús Huerta de Soto, etcétera) es el mejor sistema socioeconómico, no solamente para México, sino para todas las naciones.


Un problema de origen es la coacción.

Si un ladrón armado aborda a un ciudadano en la calle o se introduce en el hogar de este, le muestra el arma, y le dice: entrega el dinero, joyas, bienes, o mueres, el individuo asaltado no tiene más remedio que dar lo que le piden.

Esta es la coacción a cargo de un ladrón.


El gobierno ladrón (es decir, todos) aborda al ciudadano, le muestra sus armas –que son las leyes que los sumisos y lacayunos legisladores han redactado, y sobre todo los códigos fiscales y penales–, y le expresa: paga impuestos; si no lo haces, habrá multas, la obligación de pagar más, y aun irás a la cárcel, "aquí lo dice la ley".

Esta es la coacción a cargo del gobierno en turno (otro ladrón).


No importa si los gobernantes, sus funcionarios subordinados (achichincles), los legisladores, etcétera, son de derechas o de izquierdas, populistas o no, elegidos o impuestos, todos son unos parásitos prostituidos.

La política, ¿de veras es un mal necesario? O sea, los políticos como prostitutos: Ronald Reagan (1911–2004), 40° presidente estadounidense (1981–1989), expresó una vez: "Se ha dicho que la política es la segunda profesión más antigua. He aprendido que tiene un parecido sorprendente con la primera". (It has been said that politics is the second oldest profession. I have learned that it bears a striking resemblance to the first.)

El binomio corrupción e impunidad –pública y privada– disputa con la inseguridad pública el primer lugar entre los graves problemas que aquejan a México. Les siguen de cerca, la pobreza y la desigualdad. Se añaden, asimismo, la ineptitud, la ignorancia y la incapacidad de numerosos gobernantes, legisladores, funcionarios públicos.

Los griegos nos legaron la democracia como forma de gobierno, pero durante siglos las experiencias han demostrado que tanto en las repúblicas democráticas como en los regímenes dictatoriales y absolutistas, los países, regiones, estados, provincias, departamentos, distritos, condados, municipios, han sido conducidos por pequeños grupos o élites que toman las decisiones trascendentes casi siempre en perjuicio de los pueblos.


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